En muchas ocasiones podemos ver cómo un estado se caracteriza por un ejército. Aparato creado para la ofensiva y la destrucción de quienes se ponen en su camino imperialista o de opresión.
Lejos de definirse como una nación con unas riquezas propias de su historia transcultural reducen su imagen a casi una expresión: “Lo tenemos todo preparado para aplastarte”. Seguimos viendo desfiles militares cada año frente a la reducción del gasto social provocado por el neoliberalismo. Las pensiones están en peligro, el ejército no. Porque lo que está claro es que los Estados defenderán a sangre y fuego sus recursos mercantiles. Ya sean estos de explotación de materias, control fronteras o bloqueos económicos.
La ocupación militar de territorios, ajenos o no al propio estado en el que se encuentran dichas bases, priva a su población de un amplio territorio que deja de destinarse a actividades básicas para la población como la agricultura o la pesca. Esto es lo que ocurre en Cerdeña.
Cuando la población se organiza y manifiesta en contra de las actividades que realizan en estas bases militares es tratada como criminal. Y sólo deja de ser ignorada cuando se toman medidas contra una ciudadanía que protesta contra el crimen de la ocupación y sus prácticas bélicas.
Hoy en día ya no tenemos ministerios de la guerra, ahora los tenemos de defensa ¿De quién?
Hoy en día no se hacen guerras imperialistas, ahora las hacemos preventivas. Y quienes seguimos sufriendo seguimos siendo las mismas.
El próximo domingo 2 de febrero tendremos la oportunidad de conocer esta situación de la mano de activistas del movimiento antimilitarista sardo en la Fundación Anselmo Lorenzo (C/Peñuelas 41) a las 18:00.
Os esperamos.
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