EL PAPA FOMENTA LA EXPANSIÓN DEL SIDA
El titular que he utilizado puede resultar un tanto fuerte, pero no se me ocurre otro mejor tras escuchar hoy las impresentables declaraciones del cada día más esperpéntico Benedicto XVI durante su primera visita apostólica a África. En un continente con más de 22 millones de personas infectadas por el sida, no se le ocurre otra cosa que decir: “La distribución del preservativo no soluciona el problema del sida, sino que lo aumenta”. Pide abstención sexual como medio más eficaz para evitar el sida. Lo que me resulta verdaderamente alucinante es que tales palabras provengan del líder de una institución sectaria que en 2008 tuvo que pagar 436 millones de dólares por abusos sexuales en los que estaban involucrados sacerdotes católicos. Un año antes ya había pagado 526 millones de dólares. Más de 400 denuncias sobre abusos sexuales formuladas en 2008 correspondían a niños. ¡Que pida más bien abstención a esos sinvergüenzas con sotana y alzacuello que tiene en su multinacional de la fe!…
Lo cierto es que gracias al uso del preservativo, el avance del sida se ha detenido. Como medio de prevención para evitar el contagio del VIH es el más idóneo, según ONUSIDA, programa de ayuda promovido por la ONU. Pero lo que no se detiene es el número de curas pederastas, que no son más que reprimidos sexuales atormentados por culpa de un celibato obligatorio y que descargan sus enfermizos deseos en niños inocentes cuando se les presenta la más mínima ocasión. Eso es lo que debe preocupar al Papa y no el uso del preservativo para prevenir enfermedades de transmisión sexual.
La ideología católica está resultando cada día más radical, peligrosa, anticientífica y ajena a los derechos humanos. La Iglesia ha perdido los papeles hace ya mucho tiempo. Su discurso, en pleno siglo XXI, ha tocado ya techo en cuanto a insensatez. Luego los jerarcas eclesiásticos se quejan de que las iglesias se están quedando vacías. Con tanta inmoralidad que hay tras sus puertas, ¿qué esperan? ¿acaso conseguir más ovejas para su trasnochado redil?…
En materia sexual, la Iglesia siempre ha mantenido una moral enfermiza, despertando complejos de culpa, castrando la libertad sexual, estigmatizando la sexualidad femenina, condenando la homosexualidad, convirtiendo en pecado todo lo bello de la vida sexual, transformando lo natural en antinatural y sacralizando la virginidad. Han sido dos mil años de encarnizada lucha católica contra todo lo que suene a placer sexual y exigiendo la mortificación de la carne. Aún, el Catecismo sigue afirmando que Eva trajo el pecado al mundo, seduciendo al varón. Y que María, modelo edificante de mujer sumisa, obediente y casta, la “esclava del Señor”, es el referente que toda mujer de bien debería tomar para salvar su alma. No es de extrañar que grandes misóginos como Gregorio VII fuesen tan devotos de María. “Las primeras páginas de la Biblia han servido de persistente fundamento a la conciencia de la superioridad física y moral del hombre sobre la mujer, impura per se y que desde el principio personificó el pecado”, sostiene el teólogo Augustin Theiner. Con razón, en la Edad Media -en plena expansión del misticismo mariano- la figura de la bruja se convierte en chivo expiatorio, sufriendo en sus propias carnes el odio religioso hacia todo lo que representa el sexo femenino. Así quedó demonizada la mujer, origen de todos los males según la Iglesia, que ni siquiera permitía que las menstruantes pisaran los templos, al ser consideradas impuras. “En toda la Edad Media cristiana la mujer aparece como la quintaesencia de todos los vicios, de todas las maldades y de todos los pecados, como la maldición y la corrupción del hombre, como una emboscada diabólica en la senda de la virtud y la santidad”, afirmó el filósofo alemán Eduard von Hartmann.
En definitiva, es la Iglesia -no olvidemos que su rancia moral se inicia con Pablo de Tarso, cuyo odio patológico a la mujer queda evidente al leer sus epístolas- una de las grandes culpables de toda la herencia machista y misógina que a fuerza de mucha voluntad estamos tratando de erradicar de nuestra cultura occidental. Con instituciones como la Iglesia, que sigue haciendo proselitismo de un ideario reaccionario que ni siquiera permite el acceso de la mujer al ministerio sacerdotal, dificil es luchar por la total igualdad de género.
El gran teólogo crítico Karlheinz Deschner dijo hace años que “el cristianismo está hoy al borde de la bancarrota espiritual”. Pues bien, yo creo que ya ha caído al precipicio, y más con declaraciones como las que hoy ha realizado el Sumo Pontífice, que no en vano fue en su día Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio de la Inquisición).
Extraido del blog http://lasombradecharvaka.blogspot.com/