En
2014, en el contexto de la Guerra de Siria, las milicias kurdas de autodefensa YPG
e YPJ comenzaron su resistencia frente al Estado Islámico (Dáesh) en Kobane,
una ciudad de Rojava, la zona en el norte de Siria de mayoría kurda. Tras cinco
años de guerra, estas milicias han sido los principales responsables de la victoria
sobre el Dáesh. Un triunfo que ha costado a las YPG e YPJ, hoy parte de las
Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), 11.000 muertos y 22.000 heridos. Este ha
sido el precio a pagar por la caída del “califato” que el Estado Islámico había
instaurado y por poner freno a un grupo islamista y fascista que amenazaba a la
población local y a los países occidentales. Una coalición internacional, con
EEUU a la cabeza, dio apoyo aéreo en la lucha contra el Dáesh, aunque la
victoria solo ha sido posible gracias al ingente sacrificio de las milicias
kurdas y de las SDF, que aportaron las fuerzas terrestres para los combates.
La victoria contra el Dáesh solo ha sido posible gracias al ingente sacrificio de las milicias kurdas y de las SDF.
No
solo eso, sino que, al mismo tiempo que se producían estos combates contra el
fascismo islamista, en Rojava se ha desarrollado una auténtica experiencia
revolucionaria de construcción de una sociedad pacífica y democrática. Bajo la
propuesta del confederalismo democrático y sus tres pilares de ecología,
feminismo y democracia directa, la población local ha rechazado la formación de
un estado-nación y se ha empeñado en la construcción de un modelo de
convivencia pacífica, de recuperación ecológica y de promoción de la igualdad
de las mujeres. Sin duda, se trata de un desarrollo que bien podría servir de
plantilla para resolver buena parte de los problemas que asolan Oriente Medio,
legados en buena medida de un pasado colonial y de unas estructuras sociales
patriarcales y conservadoras.
Por el contrario, hace apenas unos días el ejército turco inició una invasión militar del norte de Siria que amenaza con exterminar al pueblo que plantó cara a Dáesh. La excusa para la ofensiva es la creación de una denominada “zona segura” en torno a la frontera entre ambos países: un área de 30 km de ancho sin presencia de las milicias kurdas y controlada por el ejército turco. Dentro de esta franja se hallan las principales ciudades kurdas del norte de Siria, lo que revela el verdadero motivo de esta operación. Al anexionarse este territorio, Turquía pretende llevar a cabo una auténtica limpieza étnica, con el desplazamiento forzoso de la población kurda y la creación de un área para el reasentamiento de buena parte de la población árabe refugiada de la guerra de Siria que reside hoy en día en aquel país.
La
invasión dio comienzo hace unos días. Primero llegaron los ataques aéreos, poco
más tarde la ofensiva terrestre. La primera víctima mortal fue un niño de 6
años, asesinado por las bombas que arrojaron los aviones turcos sobre la ciudad
de Qamishlo. Tras varias horas de bombardeos aéreos y de artillería, la primera
jornada de esta invasión se saldó con 11 muertos, 8 de ellos víctimas civiles.
Es de temer que estos números hayan aumentado rápidamente en los días
posteriores.
La primera jornada de esta invasión se saldó con 11 muertos, 8 de ellos víctimas civiles.
Sin
duda, esta invasión va a traer consecuencias funestas para las personas y
grupos religiosos (musulmanes, cristianos, judíos, yazidíes) que habían
logrado, por fin, habitar en paz en Rojava y en el norte de Siria. Es de prever
que se produzca una nueva crisis de desplazados y que el ataque represente un
balón de oxígeno para Dáesh. De hecho, sus células durmientes, que siguen
operando en el territorio, han aprovechado la coyuntura para realizar atentados
desde el primer día. No está de más recordar que los lazos entre el estado turco
y Dáesh han quedado acreditados en varias ocasiones anteriores. Por ejemplo, combatientes
islamistas muertos o hechos prisioneros resultaron ser también operativos del
servicio de inteligencia turco. Aún más evidente es el apoyo incondicional que presta
Turquía a la marca blanca de los islamistas en Siria, el Ejercito Libre Sirio,
un grupo militar conocido por degollar “infieles” en todas sus operaciones
bélicas.
Ante
esta situación, CNT emitimos nuestra condena más firme frente a los intentos
genocidas y de limpieza étnica del régimen turco. Desde hace tiempo, nuestra
solidaridad práctica con el confederalismo democrático y con la revolución en
Rojava se ha plasmado mediante el apoyo a la campaña de la Comuna
Internacionalista para la recuperación ecológica de la zona, campaña asumida también
por las secciones de la Confederación Internacional del Trabajo. Hoy, por culpa
del ataque turco, no solo peligra este proyecto, sino la propia vida de
nuestras compañeras y de nuestros compañeros internacionalistas, que han unido
su suerte a la de la población local. Que nadie dude de que haremos todo lo que
esté en nuestras manos para defender la revolución, a nuestras compañeras y
compañeros internacionalistas y a los y las civiles.
CNT exigimos al gobierno que se posicione públicamente en contra de esta invasión.
Por
ello, CNT exigimos al gobierno de España, en manos del PSOE, que no apoye más,
ni haga oídos sordos ante el ataque a los derechos humanos que se está
produciendo en el norte de Siria, que se posicione públicamente en contra de
esta invasión y que pida la zona de exclusión aérea en el norte de Siria para
evitar la masacre de civiles. De lo contrario entenderemos que la lucha contra
el terrorismo islamista no le preocupa absolutamente nada y que da prioridad a
las relaciones comerciales con Turquía y su régimen con las manos manchadas de
sangre.
¡Riseup4Rojava!
¡El
momento ha llegado, ha empezado la guerra! ¡Levantémonos en defensa de Rojava!
¡Participa,
alza la voz, movilízate, hasta que el régimen fascista turco sea derrotado!
Secretaría de exteriores del SP del CC
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