DOSIER ¿Nueva normalidad? ¡Acción Sindical! | Barcelona | Ilustración de Raúlowsky | Extraído del cnt nº 425
Desde el inicio de la pandemia, la declaración del estado de alarma y todo el despliegue de medidas laborales y económicas pactadas entre la patronal y el estado con la connivencia de los sindicatos amarillos, nuestra situación ha empeorado sustancialmente. No solamente se trata de peores condiciones de vida, laborales y económicas, se trata de que toda la impunidad empresarial va marcando precedentes que además no resultan fáciles de afrontar o combatir dada toda la circunstancia (dificultad de reunión, el discurso del miedo, dificultad de protesta…). La implantación de un teletrabajo sin regularizar y el despliegue de los ERTEs y todas las trampas que los acompañan, ha abierto varias puertas, una de ellas es la de el uso y abuso de las horas extraordinarias durante la pandemia. Son varios los sectores que se han visto afectados por estos abusos.
En sanidad las horas extra se han disparado en un sistema sanitario recortado, privatizado y precarizado. Casi millón y medio de horas extra
a la semana. 500.000 no han sido remuneradas.
El teletrabajo, disparado durante la pandemia por razones obvias, ha sido uno de los principales focos de aumento de la realización de horas extra, muchas de ellas sin ser remuneradas, a la vez que ha sido también una excusa para las empresas para despedir a los y las trabajadoras. Para los empresarios la pandemia ha sido y sigue siendo un caramelito, una oportunidad para explotarnos más y mejor, para reforzar esos discursos del necesario esfuerzo de todos y todas para superar una situación, que no es nada más que un sinónimo de que van a hacer todo lo posible para precarizarnos más. La falta de regulación del teletrabajo ha significado tener una puerta abierta a todo tipo de abusos incluido el aumento de las horas extras. De hecho por lo que concierne a las horas extraordinarias no remuneradas las cifras oficiales indican que se llegaron a hacer 3,7 millones de horas extra semanales sin pagar durante el segundo trimestre del año y 49,38 millones de abril a junio, disparándose hasta llegar a límites históricos.
Mirando estas cifras nos damos cuenta de todo lo que las empresas se han ahorrado dejando de pagar estas horas extra de trabajo, pero aun resulta peor cuando sabemos que esto se da en un periodo en el que había millones de personas en ERTE o despedidas. Estas horas extraordinarias equivalen a alrededor de 100.000 puestos de trabajo, con lo cual lo perverso de la situación es flagrante. Hay incluso quien habla de fraude laboral ya que estas horas trabajadas y no pagadas ni tributadas equivaldría a un fraude de 14.000 millones de euros de dinero público.
El sector de la enseñanza y el de la sanidad son sectores que acumulan el aumento más significativo de las horas extra. Estando los colegios, institutos, universidades y todos los centros de educación formal e informal cerrados, las trabajadoras y los trabajadores realizaron más de un millón de horas extraordinarias no remuneradas cada semana, teniendo en cuenta que esta cifra supera de mucho las cifras del año anterior. Los y las trabajadoras del sector han alargado sus jornadas en un 90% de los casos, para atender de manera telemática a las alumnas y los alumnos.
En el sector de la sanidad las cifras de horas extra realizadas también se han disparado por el sobre esfuerzo exigido a un sistema sanitario recortado, privatizado y precarizado. Se calcula que se han realizado casi millón y medio de horas extraordinarias a la semana llegando a triplicar cifras anteriores, y que 500.000 no han sido remuneradas.
Se ha demostrado que las horas extra sirven para que los empresarios hagan recaer sobre nosotras las costas y la responsabilidad de su recuperación mermando nuestros derechos y nuestras vidas.
En el sector de la hostelería el abuso de las horas extra ha sido flagrante. Durante el periodo inicial de desescalada muchas trabajadoras se encontraban aun en un 50% de ERTE pero trabajando a jornada completa, además con nulas o casi nulas medidas de seguridad. El abuso ya habitual de las horas extra en el sector de la hostelería y el comercio se ha enquistado y ha aumentado, sobre todo durante el periodo de verano bajo la excusa de la necesidad de aprovechar el momento o recuperar pérdidas. Estas horas se suman a que las tareas se han duplicado debido a la necesidad de desinfección y limpieza necesarias en todos los espacios y establecimientos.
Dos tercios del trabajo sin remuneración afectaron a técnicos y profesionales científicos, acumulando dos millones de horas, así como los técnicos y técnicas de apoyo y los servicios sociales, las trabajadoras de consultorías o de la banca. Por no hablar de las condiciones de trabajo de sectores como las trabajadoras del hogar o los riders, que en muchos casos han estado realizando muchas horas extraordinarias, también sin remunerar.
Miles de trabajadores y trabajadoras estuvieron y han estado realizando solamente horas extras y otros tantos estuvieron y están compaginando horas extraordinarias no remuneradas con las remuneradas.
Las horas extraordinarias se supone que deben estar pactadas, deben ser remuneradas y deben tener un límite, aunque la realidad, ya antes de la pandemia, es que en la mayoría de los casos ni se pactan, ni se contabilizan ni se remuneran. Así que si estos abusos ya estaban normalizados, ahora se aplican con más impunidad dada la evidente sensación de indefensión general. Pero en realidad, las horas extraordinarias lo único que fomentan es que se pierdan más puestos de trabajo, ya que estas horas podrían ser un puesto de trabajo más. Además, como en muchos sectores se han disparado las horas trabajadas, van en detrimento de la salud y el tiempo libre de los y las trabajadoras. Habitualmente la lucha para combatir esta situación se ha centrado en señalar los abusos de la patronal pero ahora más que nunca se ha demostrado que las horas extras solo sirven para que los empresarios hagan recaer sobre nosotras las costas y la responsabilidad de su recuperación mermando nuestros derechos pero también nuestras vidas. Más que reclamar solamente el derecho a realizar las horas extras con dignidad, ahora se trata de poner sobre la mesa, dada la cantidad de paro y despidos, que haya más trabajo para todas y todos, y no más horas extras.
Desde una mirada feminista, las horas extra no hacen más que dinamitar nuestra vida ya que nos quita tiempo para los cuidados y el descanso, o si no resultan una clara declaración de intenciones del sistema: hacer recaer aun más los cuidados en las mujeres.
Poner la vida en el centro significa pasar de proponer una lucha defensiva ante los abusos a una lucha que cree espacios de vida.
Resulta necesario pues en momentos como estos poder organizarnos desde esta perspectiva. Poner la vida en el centro significa por un lado trascender la lucha de la reclamación de derechos para pasar a la lucha organizada que cambie la perspectiva de vida de pedir derechos y poder ser disruptivas, y así romper con todos los supuestos incluso patriarcales que precisamente son el centro de la división de tareas, la invisibilización de la vida y el fomento de la producción en detrimento de todo. Y por el otro lado supone pasar de proponer una lucha defensiva ante los abusos a una lucha que cree espacios de vida.
Podemos elaborar discursos y propuestas de acción y creación que pueda ir más allá de la reclamación monetarista para poner en cuestión cuál es el verdadero sentido de las horas extra: mantenernos atados al trabajo asalariado, dependiendo de la voluntad del patrón, reclamando las migajas, perdiendo nuestra vida y colaborando en la insolidaridad del sistema. Demosle la vuelta, y gastemos energías en crear nuestras vidas.
La entrada Las horas extra y el Covid-19 se publicó primero en Confederación Nacional del Trabajo.