FUNÁMBULOS | Ilustración ( fragmento) de El Bellotero | Extraído del cnt nº 425
Mayores y jóvenes, hombres y mujeres —es igual— cuando alguien protesta por un abuso, injusticia o robo, enseguida te espetan un «es lo que hay». Esa expresión llega como un mazazo al oído de un interlocutor movido por el afán de sensibilizar, involucrar,…. y ese mazazo se torna en bofetada a la inteligencia —tanto como un jarro de agua fría— a la iniciativa consciente de quien intenta despertar a otro. Se normaliza lo que debía sublevarnos.
Pero qué difícil lo tiene esta destacable generación de compañeros y compañeras jóvenes para mover a sus coetáneos, cuántas veces tendrán que enfrentarse a la frasecita. Cuántas veces habrán tenido que afrontar que alguien considere normal lo que no es.
Es realmente sorprendente y mágico que simplemente abriéndole la ventana al Wasap, Youtube, Instagram, Facebook, tele, Netflix, … el poder no tiene que esforzarse lo más mínimo para conseguir la sumisión y aceptación, especialmente de los que lo tienen peor.
En una conferencia sobre pensiones, una militante veterana puso de relieve el descubrimiento que, a veces, hacían nuevas afiliadas en las asambleas acerca de la cuestión de las pensiones o cualquier otra, en cuanto cómo era la cobertura, cómo eran los derechos y por qué no es una ley de la naturaleza el que no vayan a tener derecho a pensión o a sanidad pública.
Es realmente sorprendente y mágico que simplemente abriéndole la ventana al Wasap, Youtube, Instagram, Facebook, tele, Netflix, … el poder no tiene que esforzarse lo más mínimo para conseguir la sumisión y aceptación, especialmente de los que lo tienen peor. Una rendición anestesiada, indolora, previa. Una indefensión adquirida en lo más moderno de las redes.
La nueva normalidad es la vieja normalidad, siempre consiste en lo mismo: convencerte de que nada se puede hacer, para que no lo hagas. Convencerte de que tus derechos son «privilegios», mientras que sus abusos y robos son «legales».
Vamos a ver si cambiamos el «es lo que hay» por el «no hay derecho». A ver si dejan de tomarnos por tontos en lugar de portarnos como tales.
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