SINDICAL | Fotografía: CNT Adra | Extraído del cnt nº 427
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No es la primera vez que los sindicatos «mayoritarios» convocan huelga sectorial en el manipulado. Lo hicieron en 2012 y en 2016. Sin embargo, siempre terminaron desconvocándola rubricando acuerdos muy por debajo de las reivindicaciones iniciales. Esto provocó un enorme malestar, decepción y cabreo entre las trabajadoras más combativas. Un sector altamente feminizado, caracterizado por unas condiciones de trabajo pésimas, salarios ínfimos, jornadas maratonianas y extrema precariedad.
Ya sea por la presión interna o externa, y por la propia voracidad de la patronal, que pretende otra vuelta de tuerca aumentando la jornada mínima obligatoria a 49 horas semanales, en esta ocasión UGT y CCOO han aguantado el pulso y se han resistido a firmar cambalaches. La huelga estalló los días 23, 24, 26 y 28 de diciembre del año pasado. Y si las mujeres son las protagonistas en la línea de producción, en la huelga también lo han sido integrando mayoritariamente los piquetes informativos en la puerta de las empresas.
Aunque la huelga no paró el 100% de la actividad, sí que tuvo un seguimiento muy notable. Los primeros sorprendidos fueron los empresarios confiados en la habitual violencia estructural de las relaciones de trabajo para disuadir a las trabajadoras y trabajadores de secundarla. No fue así. La huelga cambió esto por unos días, y muchos empresarios, se pusieron nerviosos. Alentaron a sus periodistas a difundir en sus medios que la huelga tenía un seguimiento nulo. Al mismo tiempo, solicitaban a la Subdelegación del Gobierno la protección de la Guardia Civil para ellos y sus empresas. Algunas comercializadoras anunciaban una subida del 2% a su plantilla como medida disuasoria para que no secundaran la huelga. Desde algunas llegó a pedirse incluso a los propios agricultores, que envasaran sus propias hortalizas y, lo más grave, los incidentes que los empresarios más exaltados protagonizaban con los piquetes intentando atropellar o agredir a las huelguistas que secundaban el paro. En resumen, muchas molestias se tomaron para minimizar el efecto de una huelga que, según ellos, calificaban de nula. La CNT estuvo ahí, en los piquetes y movilizaciones.
La huelga ha vuelto a sentar en la mesa de negociación a la patronal y sindicatos, desde el 25 de enero. Sin embargo, las enormes reticencias de la patronal barruntan nuevas movilizaciones en el horizonte. Sería una pena que las organizaciones sindicales dilapidaran en la mesa el poder de movilización que han demostrado las trabajadoras, y se terminara rubricando un convenio que no esté a la altura de lo que está en juego: vida y salarios dignos.
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