Estamos desolados y desoladas, sentimos un dolor indescriptible. Esta impotencia al ver que nuestra Sierra de la Culebra arde por los cuatro costados nos indigna. Pero no, no nos vamos a callar, no nos vamos a resignar y vamos a gritar bien fuerte nuestra rabia.
Vivimos en esto que llaman la España vaciada, que ahora también pasa a ser la España quemada. Y aunque nosotros y nosotras ya hace mucho que estamos quemados y quemadas con los políticos de turno, con los empresarios especuladores y demás calaña, la rabia que sentimos estos días es muy fuerte.
Vuelve a quedar en evidencia que la clase trabajadora somos los que hacemos frente a todos los retos, lo vimos en la pandemia y lo estamos volviendo a ver. Y lo curioso es que los aplausos a los sanitarios se quedaron en eso, en aplauso, las condiciones laborales no solo no mejoraron para este colectivo sino que se puede decir que empeoraron, y ahora lo estamos viendo con los bomberos forestales.
Este colectivo de trabajadores y trabajadoras vive una precariedad absoluta, trabajando 3 meses al año con una inseguridad laboral muchas veces insostenible. Ahora vemos lo que se juegan, vemos la escasez de medios, el ahorro en ciertas cosas, el despilfarro en otras. Para después recibir una patada en el culo y a la calle despedidos.
Mantienen en el paro hasta el 1 de julio a estos trabajadores y trabajadoras, cuando recientemente el político de turno de la Junta de Castilla y León hizo unas declaraciones diciendo que mantener el operativo de incendios era un absurdo y un despilfarro. Ahora hay que decir bien alto que lo absurdo y el despilfarro es mantenerlo a él y a su clase.
También queremos criticar la dotación de un presupuesto desmesurado para la UME (Unidad Militar de Emergencias), mientras las brigadas forestales sufren la más absoluta precariedad en sus medios y en sus condiciones laborales. Los fuegos los apagan los bomberos, no los militares, ¡basta ya de blanquear a esta institución armada! Todos los recursos para los bomberos, nada para los militares.
Queremos que se garantice el trabajo anual de las brigadas de incendios, no sólo tres meses. Gran parte del trabajo contra los incendios es preventivo.
Del mismo modo queremos reivindicar la necesidad del aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y forestales que en esta zona afectada se estaban produciendo en muchos casos, y que han quedado considerablemente dañados o eliminados para gran parte de la población local, víctimas de la negligencia y las políticas caciquiles de las instituciones regionales y provinciales, a las cuales se las puede acusar de practicar un terrorismo ambiental a cargo de los parásitos de turno que se lucran con su inacción y usurpación de la soberanía comunal que en estas tierras era práctica habitual.
Es evidente que el mundo en el que vivimos no es que sea posible cambiarlo, sino acuciantemente necesario hacerlo.
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