Memoria histórica | Vitoria | Extraído del cnt nº 426
Anarquistas y confederales en Vitoria y comarcas alavesas
(1869-1976)
Autores: Juan Gómez y Miguel Íñiguez
Editorial: Asociación Isaac Puente
Año edición: 2020
Páginas: 384
Precio: 20 €
Cumplir cien años significa gozar de buena salud. CNT Vitoria acaba de cumplir cien años. Y celebrar un centenario con una publicación nacida del arduo trabajo de hemeroteca y la reflexión crítica y meditada es un regalo que nos hacen Juan Gómez y Miguel Íñiguez. Bajo el título «Anarquistas y confederales en Vitoria y comarcas alavesas (1869-1976)» editada por la Asociación Isaac Puente la obra arranca con los antecedentes de la fundación de la CNT en Vitoria y recorre el siglo XX. Acompañan al relato de acontecimientos y al esclarecedor análisis los anexos inundados de datos que rinden homenaje a muchos hombres y mujeres que nos precedieron en la lucha sindicalista anarquista.
Recorriendo las páginas de la obra podemos comprobar la dura y encarnizada represión que desataba cualquier acción directa. Se enfrentaron tanto al resto de fuerzas sindicales como a las autoridades republicanas, que no dejaban escapar ocasión de reprimirles. Se les atribuyeron infundadamente delitos y, sin embargo, no cejaron en los esfuerzos. Incansables redactaban manifiestos y debatían reivindicaciones para todos los trabajadores y trabajadoras. Lograban reunir a la décima parte de la población de la ciudad ¡qué tiempos aquellos!
Tiempos en los que se reclamaban derechos pisoteados por patrones, miembros del clero y poncios, cuya reivindicación podríamos trasladar a nuestros días. Preocupados y preocupadas por el desempleo innovaron proponiendo reducciones de jornadas y se negaron a aceptar subsidios paternalistas y castrantes. «A consecuencia del deplorable estado en que nos encontramos y el triste porvenir que nos espera (…)» «Y vosotras, mujeres, las más desgraciadas en el siglo presente (…)». Fue otro siglo pero podríamos hacernos eco de sus voces y gritar las mismas proclamas por nuestras calles. De ahí el interés de una obra como la que nos ocupa.
Entre líneas, y en cada capítulo, late persistente la consigna libertaria para que no perdamos nunca de vista el objetivo último y prioritario: «(…) preparar la revolución, nuestra revolución, la del pueblo y para el pueblo, no simplemente llenar el estómago».
A menudo, es tan importante saber de dónde venimos como saber a dónde vamos. Por eso, y ahora más que nunca, nuestras miradas merecen ser reconducidas hacia tiempos hostiles que llenos de sinsabores sembraron logros que nos permiten celebrar este cumpleaños. Y en esa celebración la Historia, quienes la cuentan y nos la cuentan bien, nos permiten renovar ilusiones y airear utopías.
Observar las estratagemas de «palo y zanahoria» que usaba, y usa, el poder en la distancia nos dota de recursos para identificar los abundantes y disfrazados palos cotidianos contemporáneos y las zanahorias que empiezan a negársenos. El ejercicio de la huelga como expresión máxima e inmediata del poder y la capacidad de trabajadores y trabajadoras queda retratado minuciosamente. Entre líneas, y en cada capítulo, late persistente la consigna libertaria para que no perdamos nunca de vista el objetivo último y prioritario: «(…) preparar la revolución, nuestra revolución, la del pueblo y para el pueblo, no simplemente llenar el estómago».
Pulsos permanentes contra las autoridades, contra la violencia institucional y contra la patronal no frenaron los ánimos del millar aproximado de militantes anarquistas cuyos nombres recoge la obra detallando noticia biográfica, más o menos extensa. Subrayemos la treintena de nombres propios de mujer; y, recordemos a las que no están, las que permanecieron en la sombra, a la espera de hijos, hermanos y compañeros que salían a las calles, se reunían, debatían y eran despedidos de sus puestos de trabajo o encarcelados. Todos y todas cobran vida gracias a esta publicación, para convertirse en referentes de la lucha, cuando ésta se nos vuelva ingrata, parezca estéril o no florezca tal y como esperábamos, tal y como deseamos.
«(…) Capaces de constituir un sindicato fuerte en una ciudad dominada por el caciquismo (…)» allá por el año 1932, los y las protagonistas de la obra nos ofrecen un legado en el que podemos adentrarnos para renovar las fuerzas, inspirarnos y tomar las calles, para pedir «trabajo, no subsidio», para «no entablar polémicas con grupos que representan a una insignificante y despreciable minoría de arribistas», para no traicionar a nuestros «mismos hermanos de explotación y miseria».
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