Secretaria General de la CNT | Ilustración: Portada del cnt por LaRara | Extraído del cnt nº 430
Miedo y represión, represión y miedo, van de la mano. A veces uno es padre y la otra hija, otras muchas la una es madre y el otro su hijo. Pero siempre se retroalimentan y se acompañan de formas diversas e intrincadas. Son sustancia y esencia del Estado y sus poderes: la amenaza es su más preclaro modus operandi y el uso de la violencia institucional, legitimada en ejércitos, jueces, cuerpos de seguridad y cárceles, es su recurso. Es el miedo de quienes ostentan poderes y privilegios lo que alimenta la máquina represiva del Estado y del capitalismo. Las Europas y las Españas del siglo XX lo sufrieron a sangre con el nazismo, el fascismo, el estalinismo y el franquismo. Las decenas de miles de personas que migran a Estados Unidos y Europa lo sufren diariamente, y mueren en sus fronteras marítimas y terrestres. Las mujeres llevan sufriendo siglos la violencia y la represión del patriarcado enquistado en la forma Estado y sus poderes. Su objetivo siempre es el mismo: ganar la lucha de clases contra las masas explotadas y oprimidas, que las mayorías desposeídas se acomoden y normalicen el orden existente: las injusticias, las desigualdades y los privilegios de los muy pocos.
Pero la represión y sus miedos son insidiosos, fluidos, psicológicos y laberínticos. La amenaza que representa se interioriza socialmente y se torna en autocontrol, autocensura y modulación mesurada de la rebeldía. Está presente transversalmente en toda la complejidad social: en las relaciones personales, emocionales y sexuales, en los grupos de amistad, en las interacciones sociales cotidianas, en las organizaciones informales y en cualquier otra organización estructurada. La economía capitalista se sostiene precisamente en dos resortes represivos básicos: en la salarización y la monetización de sus relaciones de intercambio de bienes y servicios, de lo que resulta en una clase trabajadora esclava de un mercado laboral siempre regulado y reglamentado a favor de los intereses patronales y financieros. Explotación es sin duda represión.
La economía capitalista se sostiene precisamente en dos resortes represivos básicos: en la salarización y la monetización de sus relaciones de intercambio de bienes y servicios… Explotación es sin duda represión.
Toda represión, sutil o abierta, algorítmica o violenta, cultural o mercantil, nunca quiere que se la llame como tal, pretende siempre presentarse bajo otras palabras y andamiajes: seguridad, patria, bien común, Estado de derecho, propiedad privada, constitucional, legal, legítima, incluso libertad. La retórica de las élites políticas está repleta de grandes contrasentidos, cuando se reprime y no se dicen represivas.
Ser conscientes de cómo nos reprimen, de cómo reprimimos a quien nos rodea, y cómo nos reprimimos a nosotras mismas es un paso fundamental para ansiar una transformación del mundo, y modelar alternativas, que necesariamente tendrán que surcar caminos antiautoritarios, antimilitaristas y antipatriarcales. Es decir: caminos que no pueden ser otros que libertarios. Pues lo que siempre se reprime en aras de la seguridad de los ricos y sus beneficios es la libertad individual, material y colectiva de las mayorías. Lo libertario no es más que la autonomía de cada cual, de las capacidades de decidir desde abajo, de la autogestión individual y colectiva de la vida y de los cuidados. No hay otra: frente al autoritarismo de cualquier represión, más y más autogestión.
Esto es lo más importante que la CNT ofrece contra toda represión: solidaridad en la autoorganización.
La autogestión, no obstante, no se construye sólo con ideas; si no, principalmente, mediante gentes que se auto-organizan confrontándose al orden imperante. Y, se organizan y se mueven; y, se organizan y deciden conjuntamente; y, se organizan y se apoyan mutuamente; se organizan y aprenden de sus éxitos y de sus errores; y, se organizan y piensan cómo voltear el actual mundo que consumimos y degradamos, y que nos consume y nos degrada.
La CNT intenta construir autogestión con la que promover la transformación social desde abajo, desde las mujeres y hombres que trabajamos, que sufrimos y padecemos salarios de miseria, con mermados derechos sociales, culturales, ambientales y sanitarios. Eso es lo más importante que la CNT ofrece contra toda represión: solidaridad en la autoorganización.
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