DOSIER Represión | Colectivo Paideia, Mérida | Ilustración de Ana Nan | Extraído del cnt nº 430
La Escuela Libre Paideia tiene como objetivo fundamental instituir las bases no dogmáticas para la realización de una sociedad libre y responsable, así como de eliminar dogmas y posibilitar el mayor número de opciones que una persona necesita para llegar a ser y realizar su proyecto personal.
Frente a una sociedad de estructura autoritaria, de una economía capitalista de consumo, altamente individualizada, competitiva e insolidaria, donde la pérdida de valores humanos es cada día más alarmante, tratar de incentivar un lugar de vida libre, tolerante, no autoritaria, solidaria e igualitaria, supone un gran esfuerzo por parte de todas las personas que se sienten implicadas en este proyecto, para poder vivir y convivir respecto de unos valores naturales de igualdad, solidaridad, libertad, responsabilidad y tolerancia.
Las personas que defendemos este proyecto, como aquellas otras personas que siendo madres y padres lo desean para sus hijos e hijas, debemos considerar que es una elección difícil y comprometida, porque supone luchar contra la inercia cotidiana que una sociedad mediatizante y conductista nos impone desde nuestras estructuras mentales, por nuestros propios procesos de vida, y desde la presión de los grupos que nos circundan, porque tratarán de combatir esta opción haciendo que desaparezcamos en el empeño, en un afán desmedido de hacernos similares a esa gran mayoría, que asume sin grandes planteamientos la tiranía de una engañosa igualdad, que no supone más que un condicionamiento subliminal y solapado, para que dejemos de desear un mundo mejor y aceptamos sin protesta, éste que nos ofrecen como “el mejor”.
El concepto libertad se encuentra actualmente deteriorado por las influencias solapadas de una sociedad que no desea personas libres, tratando de que consideremos libertad lo que no son más que opciones fáciles y no comprometidas, que se suelen quedar en bellas palabras, pero que escasamente se encuentran avaladas por la vida que manifestamos, el pensamiento que poseemos y los objetivos a los que nos encaminamos.
Las personas que seguimos perteneciendo al Colectivo Paideia y que hoy como hace 43 años, deseamos esta alternativa global a la sociedad, estamos dispuestas a seguir defendiendo esta búsqueda de una vida mejor, frente a quienes, siendo enemigos y enemigas de la libertad, tratan de imponer por todos los medios posibles, sus aires de conservadurismo, involución, adaptación solapada o ansias de poder.
Paideia considera que presión y poder, son actitudes deshumanizadas que no conducen más que a la perpetuación de un mundo intolerante y cada día más infeliz, incomunicado y esclavo de estas ansias.
Asumir esta alternativa, supone por lo tanto, por parte de todas y todos un compromiso y una responsabilidad libremente aceptadas. El concepto libertad, que es el eje generatriz de nuestro proyecto, se encuentra actualmente deteriorado por las influencias solapadas de una sociedad que no desea personas libres y que para ello, trata de confundirnos, tratando de que consideremos libertad, lo que no son más que opciones fáciles y no comprometidas, que se suelen quedar en bellas palabras, pero que escasamente se encuentran avaladas por la vida que manifestamos, el pensamiento que poseemos y los objetivos a los que nos encaminamos.
Porque no existe educación neutral, porque toda educación lleva implícita una antropología, como no existen los paraísos de la felicidad, porque los paraísos no existen.
Pensamos, que la libertad debe ser un proceso de vida, en donde cada momento de ella, podamos llegar a alcanzar el máximo de libertad posible y para ello, debemos cultivar nuestra maduración, nuestra evolución, nuestras limitaciones y nuestra aceptación.
Tal vez, sea únicamente una actitud mental, que pasionalmente deseamos, y que cotidianamente tratamos de evidenciar, no con hermosas palabras, sí con trabajo, constancia y solidaridad.
Para podernos acercar a este difícil concepto, debemos empeñarnos en madurar, en luchar contra nuestra propia herencia, herencia, lamentablemente muy condicionante, por habernos sido introyectada desde nuestra infancia, por los mecanismos casi perfectos de los fascismos que han circundando.
Y para poder educar, en este sentido, y consideramos educar “ayudar al inmaduro o inmadura a madurar”, para poder así acceder a su identidad y a su máximo de felicidad, debemos considerar que el ser humano en las etapas de la infancia, niñez y adolescencia, es un ser de tránsito hacia la edad madura, muy condicionado por las limitaciones propias de sus procesos de evolución, y que por ello, la experiencia de la libertad va de menos a más libertad, a través de las vivencias individuales y colectivas que esa persona tenga a lo largo de estos periodos, intentando que supone un esfuerzo de inmediatez más accesible que la ilusoria creencia de que es posible alcanzar una libertad total, porque esa actitud además de irreal puede detener el proceso por la frustración de la imposibilidad.
Ayudar a madurar a la persona inmadura y que esa madurez presuponga una ética natural y humanística, que es la ética de la anarquía, debemos hacerlo por medio del arte de educar, de la ciencia pedagógica y de un concepto concreto de persona que responde a una determinada ideología. Porque no existe educación neutral, porque toda educación lleva implícita una antropología, como no existen los paraísos de la felicidad, porque los paraísos no existen.
La libertad no se puede imponer, a la libertad únicamente se la puede amar, y esta sociedad ha ido enlosando progresivamente la sensibilidad del amor y por ello, pierde sus ansias de libertad.
La educación en y para la libertad, nada tiene que ver con el “dejar hacer”, porque si a la persona niño o niña, la dejamos sola sin intervenir, puesto que existe un sinfín de factores educativos indirectos en la sociedad, dejamos la puerta abierta a que respondan sin ningún tipo de inconveniente al esquema antropológico que esta sociedad potencia y transmite, con el que no estamos en nada de acuerdo, ya que perpetúa una convivencia deshumanizada amenazada constantemente por la guerra, la violencia, la discriminación, la opresión, la represión y la infelicidad.
Pero, no debemos olvidar, en este empeño que nos asiste, que el miedo a la libertad es una constante humana que evidenciamos día a día, porque la seguridad –dependenciaautoridad, se asienta en la mayoría, y el precio de la libertad, es casi siempre la soledad. Y el ser humano huye de la soledad, aunque el precio que pague por ello, sea el encadenamiento de su cualidad más preciada: LA LIBERTAD.
Pero, evidentemente, la libertad no se puede imponer, a la libertad únicamente se la puede amar, y esta sociedad ha ido enlosando progresivamente la sensibilidad del amor y por ello, pierde sus ansias de libertad.
Las personas que amamos la libertad nos reunimos en torno a este proyecto para cumplir nuestra responsabilidad social de mejorar el mundo y darle a las generaciones venideras unas posibilidades que a otras generaciones les han vetado.
El Proyecto Paideia desea únicamente poder vivir viviendo en torno a unas relaciones humanas que se asienten en: la igualdad, la solidaridad, la justicia, la libertad, la responsabilidad, el afecto, la ayuda mutua, la tolerancia, y la felicidad. Y para conseguirlo debe contar con quienes deseen vivir y dejar vivir en estos valores humanos.
Por ello, nuevamente Paideia hace una declaración de principios, principios que han sido, son y serán los mismos a lo largo de su historia y esta historia dependerá de quienes libremente asuman esta alternativa.
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