Nota del entrevistador: Lo que podréis leer en estas líneas son palabras de dos mujeres
trabajadoras que quieren explicar lo que les ocurre día a día. La situación de vulnerabilidad en la
que se hallan día a día les obliga a ocultar sus nombres en estos seudónimos. No se trata de
cobardía, explican, se trata de que no se encuentran capacitadas ni con el respaldo suficiente aún
como para luchar con los gigantes molinos que claramente podrían volverse en contra con
demasiada contundencia. Y así respetaremos su decisión.
–Ángel (entrevistador):Hola Rosalía. Lourdes.
–Rosalía: Hola, ¿qué tal?
–Lourdes: Sí, buenas tardes.
–Á: Comenzamos por lo más sencillo, ¿podéis presentaros?
–R: Comienzo yo, si os parece. Soy Rosalía, trabajo como becaria en el departamento de
ingeniería de una empresa del sector aeronáutico andaluz.
–L: Yo igual. Aunque no soy becaria. He ido pasando por varios departamentos, pero
siempre dentro de la rama de ingeniería. Somos parte de las rutas de fabricación.
–R: Compras, diseños, documentación, re visionado, etc.
–Á: En vuestra empresa, ¿hay una cantidad más o menos paritaria o digamos igualitaria entre
hombres y mujeres?
–L: Diría que sí, si hablamos de oficina. Quiero decir, menos en la parte de Taller, que
alberga todas la parte mecánica de creación, verificación y demás, no. Menos de un 5% son
mujeres.
–R: Mucho menos. Casi residual.
–Á: Bueno, una vez entendido vuestro contexto, grosso modo, decidme: ¿habéis sufrido
alguna agresión machista?
–R y L: tanto en taller como en oficinas, sí. Continuo. Todos los días.
–R: El espacio que ocupan en su mayoría los hombres se hipermasculiniza y se hace
irrespirable a cualquier mujer. Incluso en espacios “comunes” como donde dejamos la comida para
el descanso te chocas con conversaciones sobre la tipología de porno preferida, lo que le harían a
una u otra compañera si tuviesen oportunidad… Y claro. Se hace difícil.
–L: Y que somos dos mujeres en la veintena. Nos ven de muchas maneras y ninguna es sutil
o respetuosa, o digamos, adulta y madura. Ninguneo, condescendencia, faltas de respeto, chistes…
Yo entré como becaria y era de las pocas que existían y mi intención era no destacar en su
momento. No quería ser localizable ni para bien o para mal por no afectar y cerrar mi propia
carrera. Y claro, chica joven, con ganas de aprender sobre el trabajo, necesidad de trabajar… Pues
un cóctel explosivo. Ya desde la universidad vas aprendiendo sobre esto, ojo. Los espacios
hipermasculinizados se nota la hostilidad hacia la mujer. Imagina ahora siendo dos de las
poquísimas mujeres trabajando con hombres claramente mayores, ya no de tu edad como en las
clases; un ambiente en el que te paternalizan y te sexualizan continuamente. Ningún aviso te
prepara para ello. Recuerdo mi primer caso de este tipo: no llevaba ni un mes y paseaba buscando
cómo finalizar mi tarea por el taller y escuchar un “eh, guapa; ven para acá”. EN ese momento se te
pasan todas las cosas por la cabeza…
–Á: ¿Cosas…?
–R: No querer generar incomodidad, pero querer que se te respete, pero ¿cómo lo dices? Te
pondrán ya el sobrenombre de “saboría”, o te gruñirán haciéndose los ofendidos, quedar como
exagerada…
–L: Por no hablar de que cuando necesites ayuda para aprender cosas que son útiles y
necesarias para tu trabajo, si les caes mal al colectivo de hombres, no te ayudarán. Y es que es hacen
de hermandad. Y tú eres mujer, estás excluída. No eres una “persona”, eres una mujer a quien
negarle la ayuda, hacerle insinuaciones sexuales, chistes machistas, preguntas personales… Y
quéjate: no te vuelven a llamar porque eres el elemento que perturba el trabajo.
–R: Como en las fiestas de navidad (suspira).
–L: Las fiestas de navidad son un problema. En la última, recibí propuestas de un superior.
Al negarme, y siempre con mucho cuidado y respeto para no ofenderle (que somos las última
mierda de la empresa, que no cobramos ni 700 euros…), no fue a más. Salvo que una compa te
informa de que menos mal que no hiciste (!) nada porque tiene familia y demás. Te quedas a
cuadros. Él por supuesto ni media palabra.
–R: Y no acaban ahí nunca. Luego siguen insistiendo en el día a día. Porque no saben que tú
sabes lo que ocultan. Se mudan de despacho, te acercan el puesto a ellos, “coinciden” en nuestras
horas de comida, siempre tienes un chat abierto con algún comentario o buenos días…
–Á: ¿Estas sensaciones son algo que sufrís a diario por igual?
–R: En lo general sí. Sin embargo también influye la forma de ser y lo directa que puedas ser.
Me explico. Yo no soy una persona sutil, ni que me guste callarme; tengo un carácter muy fuerte.
Hay quienes creo que su masculinidad es directamente proporcional a los metros que nos separen.
Cuanto más cerca, más desconcertado e incómodo se pude sentir. Lo cual, y no voy a negarlo, me
deja en alguna que otra situación de desventaja puesto que como ha dicho antes Lourdes, no me
garantiza que me ayuden, se solidaricen (jajaja), me entiendan…
–L: Yo, sin embargo, soy muy pasiva. Los hombres conmigo se permiten más licencias a las
que nadie les ha dado permiso.
–Á: Vale, hay algo que necesito entender: ¿A través de qué procesos mentales pasáis cuando
enfrentáis una agresión machista del tipo de lo que estáis explicando? ¿Cómo lidias con tanto? ¿Por
qué seguís allí?
–L: (resopla) Pues porque pasa en todos lados. Da igual donde vayas, esto es el todo siempre.
Donde quiera que se juntan unos hombres, surge este ambiente: se habla de porno, de qué le harías a
una amiga/compañera, de irse de putas…
–R: …de cocaína, de las que ven en Instagram…
–L: …De cubrirse las infidelidades entre ellos… Es que incluso hay veces que les has podido
ver liándose con otra compañera en cualquier fiesta, te sorprendes y en el mismo instante los demás
te dicen que no pasa nada, que es que es normal porque su mujer acaba de dar a luz y claro, tiene
que desfogar… Y claro, vuelves a lo mismo, ¿qué cara pones?
–R: Infidelidad es sólo sexo, ¿no? Pues no, rey.
–L: Con todo esto, y a fin de cuentas, yo pienso que estoy para trabajar. Y acabas asimilando
que el contexto es el que es. Que mi intimidad la tendré con quien quiera tenerla, como con Rosalía
y ya. Levantas un muro ahí con todo esto y ya. Mi conclusión es que esto, aunque vaya en contra de
mis valores y principios, es lo que hay. Poco puedo hacer.
–R: También es el sector. No por aeronáutica especialmente. Toda la ingeniería es así. Da
igual que hagas aviones, piezas, tornees, fabriques,etc… Muchos hombres reunidos, pocas mujeres:
abusos machistas. Anteriormente estuve en una empresa dirigida por un ultra conservador que es
que además te decía que no permitía la entrada a ninguna mujer al taller. Porque afectaba a los
hombres y a la productividad. Ante eso, ¿qué?
–L: Es que es algo tan natural para ellos como que mañana sale el sol. No sólo cuando vas a
sus ambientes de relaciones y laborales; se pueden encontrar dos metros de tu cubículo, la oficina
del jefe o la puerta del baño y automáticamente salen las conversaciones de sexo, divorcios,
cuernos, Instagram. Y todo con ese tonito machista que te levanta los vellos en punta. En uno de los
casos, que ahora mismo no sabría ponerte en pie sobre lo que hablaban, buah es que no recuerdo
más que mi rabia y que les salté. Yo, que no quería saltar nunca, me hicieron explotar… Algo sobre
sexo poco habitual o abusivo o yo qué sé… Algo que parecía para ellos “normal”.
–R: Claro, esa es otra. Ellos ven normal comportarse de cualquier manera, decir lo que te dé
la gana o insinuar lo que quieras, pero no sobrerreacciones, princesa. Tú ahí escandalizada o sin
escandalizar, pero en silencio. “¿Por qué te estás poniendo así?”.
–Á: Claro, es que a ver. Miro las siguientes preguntas y os las haría sin más, pero pienso que
me estáis contestando más casi con lo que describís. Puesto que el “¿Cómo os sentísteis con esa/s
agresión/es?” ahora ya se queda algo corto. Yo no soy mujer y claro, no tengo asumido en mi
interior, como víctima, que esto sea así con tanta rotundidad como vosotras. No soy ciego y veo las
agresiones y trato de ser crítico, y estar atentos a cuantas puedan suceder a mi alrededor. Sin
embargo, noto una rotundidad incontestable de la que no parecer ser posible salirse.
–R: Como no asumas que esto es así, te hundes. Es así de rotundo. Y si te juntas con gente
que no has seleccionado cuidadosamente, estas situaciones y contextos y comentarios y demás,
surgen como hongos. Yo me las tomo como tonterías porque de no ser así, y siendo yo alguien que
reacciona de forma agresiva, ya habría matado a alguien. No intento lidiar. Si me faltas el respeto y
no tienes la suerte de que me lo tome como algo tonto; pues acabas mal. Y es que verás, yo he sido
una de las tres únicas mujeres en una clase de ingeniería de 70 durante la universidad. Y luego una
de dos mujeres en el módulo de dos cursos distintos. Yo estoy muy acostumbrada a los señoros de
taller. Su idioma abusivo y “graciosete” no es fácil de soportar, pero se lleva como se puede. Ahora,
a quienes traspasan la línea y no te apetece aguantar o callarte. Incluso aquellos hombres hetero
común que sí son conscientes de esto que hablamos, pues hacen que se llevan bien con todos. Al
final, todos intentamos evitar el problema con tal de no abrir conflicto con los machistas idiotas. Y
es que ya vienen hablando de “lo facilona que somos” para estas navidades, los muy j457*)/$%
$&… Pasas por tus momentos de ira transitorios y luego adoptas verlo todo como si fuera una
tontería y ya.
–L: Al final, intentas que esto se quede en “una muesca más en la maderita del aguante”,
pero influye. Ya no vistes igual. Intentas no resaltar. Es que te sexualizan. Pero una piensa que no
quiere darle excusas o razones. Que no los son, no son razones; pero es que no paras de pensarlo.
–Á: Alzamos un poco la vista ahora: ¿consideráis que habéis tenido, o tenéis, las
herramientas para saber lidiar con todo esto? Educativamente, experiencialmente…
–R: No. Intentas sobrellevarlo.
–L: Sobrevivir. Con cada caso.
–R: Trabajo de campo totalmente.
–L: Además es que te sacan de cualquier situación. Son inesperadas. “Ven un momento”.
Vas, y “Tú por qué vienes hoy tan guapa” (guiño). O el “Anda, qué pasa, se te ha quedado la
camiseta chica, no? Jeje”. Y claro, ¿qué les dices? Así de pronto. Es ahora, después de tantas veces,
que lo afrontas ignorándoles o mandándoles a paseo.
–R: Las herramientas las vas adquiriendo con el tiempo, pero no puedes usarlas con todos.
Porque no acabas. Y claro, la empresa (RRHH) piensa que una agresión no es que te llamen guapa.
Así que tampoco puedes acudir a eso porque la respuesta es un “y qué le hacemos”.
–L: Te afilias a la CNT o a cualquier sindicato para que te resuelvan las consultas laborales y
demás, pero incluso estos temas se hacen cuesta arriba con ellos. Son hombres. El colectivo de
hombres es el que, de forma transversal, te agrede o desconoce lo que es una agresión. También es
que resulta demasiado complicado establecer límites. Si no quieres enfrentarte a todas estas
situaciones puedes intentar comportándote como un bloque de hielo, ni siquiera cordialmente, no;
hielo. Pero volvemos a lo mismo: pierdes oportunidades para crecer o aprender. O bajas un poco la
guardia y se te insinúa un compañero casado. Y vuelta a empezar.
–Á: Entiendo. Mañana entran dos nuevas becarias en la empresa. ¿Qué haríais con respecto a
estos temas que estamos hablando?
–L: Nada de esto se puede evitar. Pero creo que ahora mismo estamos haciendo algo que
ayuda.
–R: Tenemos un espacio seguro. Cuentan con nosotras. Aquí se puede hablar sobre cómo
hacer piña. Aunque siempre después, porque como dice Lourdes, es inevitable que les ocurran
sucesos como los que hemos explicado.
–Á: Me da esto un buen pie para la última pregunta. ¿Cabe la posibilidad de que las mujeres
de vuestra empresa, por pocas que podáis ser, os organicéis y os defendáis de forma activa y
proactiva?
–L: Bufff…
–R: No.
–L: Yo empecé sola y encontré a un compañero que me ayudó. De los pocos. Y no hetero
común, curiosamente. Además entre las mismas mujeres no tenemos la misma visión de esto.
–R: Lo que para nosotras es algo feminista y que debemos combatir para que no se repita,
otras compañeras lo pueden llegar a que estamos demasiado exaltadas por nuestra juventud y somos
unas “exageradas” por ofendernos porque nos llamen guapas.
–L: El conformismo tampoco ayuda. El taller tiene un espíritu más unido que otros
departamentos. Y que naciese un grupo feminista transversal a todos, sería imposible casi. Y claro,
la mezcla heterogénea no permite que se pueda identificar una causa común. Además, claro… Hay
mujeres directivas.
–Á: El Feminismo entiende de clases, entonces.
–R: Por supuesto. Ninguna jefa va a tolerar o a tomarse a broma que la llamen guapa o se le
insinúen. Como tampoco nos defenderán por ser llamadas guapas con tanto trabajo por hacer; que
hay que ser productivas. No quieren movidas de este tipo. Da mala prensa a la empresa. Serían las
primeras interesadas en desmovilizar cualquier iniciativa.
–Á: ¿Se os queda algo en el tintero?
–R: No.
–L: Nada.
–Á: Pues muchas gracias por vuestro tiempo y sinceridad.