MEMORIA HISTÓRICA | Madrid | Ilustración de El Bellotero | Extraído del cnt nº 427.
La aportación de Piotr Kropotkin aplicada al campo del pensamiento, la filosofía, los estudios sociales o la ciencia, transmitidos desde su propia obra o mediante la difusión general de sus conceptos medulares, ha permitido una larga difusión de los mismos en el mundo libertario español desde finales del siglo xx hasta la actualidad.
De forma directa a través de su obra escrita, o bien mediante visiones transversales, sus influencias se han plasmado en los planteamientos y actuaciones del obrerismo anarcosindicalista hispano, así como en la actuación de las organizaciones anarquistas específicas.
Kropotkin, huido de Rusia, eterno exiliado o preso en Suiza, Francia y Reino Unido, conforma su personalidad como resultado de esos continuos traslados y realidades vividas. Muerto Bakunin a mediados de 1876, se confirma como uno de los principales exponentes del anarquismo. En el verano de 1878 viaja a España y en algo más de un mes visita Barcelona y Madrid. Su principal contacto en la ciudad condal fue el médico anarquista, García Viñas, convencido bakuninista. Al final de su viaje se traslada a Madrid y contacta con González Morago, observando dos realidades distintas en ambos escenarios: en Cataluña existe ya un cierto movimiento obrero en torno al anarquismo y en Madrid advierte la existencia de grupos más proclives a actuaciones violentas o individuales, posición con la que confrontaba. Kropotkin y Anselmo Lorenzo no sintonizaron ni en lo teorético ni en lo personal, pero la propuesta del comunismo libertario superó a la posición colectivista bakuniniana. Pese a ello Kropotkin y Lorenzo siguieron manteniendo su relación, realizando prólogos y traducciones, tal y como hicieron también Mella, Salvochea o Prat. Será Tarrida del Mármol quién acuñe el concepto de «anarquismo sin adjetivos» para salvar tales diferencias conceptuales, compartiendo además con Kropotkin sus mismas inquietudes científicas.
Kropotkin es uno de los teóricos anarquistas más difundidos en España desde el último tercio del XIX hasta comienzos de la Guerra Civil. Su difusión en el mundo libertario fue notable, impregnando con ello las lecturas de muchos anarcosindicalistas y anarquistas de la época y del momento presente.
Al apoyar a los aliados en la Gran Guerra firmando el «Manifiesto de los dieciséis», Kropotkin fue duramente criticado por una gran parte de los más destacados pensadores anarquistas de la época como Goldman, Rocker, Berkman o Malatesta. En España se produjo un proceso similar ya que algunos conocidos anarquistas como Urales, Quintanilla, Gustavo o Mir apoyaron el manifiesto, creándose así una situación de franca hostilidad hacia ellos por parte de un extenso sector antibelicista, contrario al apoyo a ningún contendiente en el conflicto. Sin llegar a suponer un cisma interno en la CNT, sí se produjeron ardorosos debates al respecto, en los que el no intervencionismo quedó como opinión dominante al respecto.
Pese a todo, Kropotkin es uno de los teóricos anarquistas más difundidos en España desde el último tercio del XIX hasta comienzos de la Guerra Civil. Soriano y Madrid señalan, por ejemplo, que se vendieron al menos 20.000 ejemplares de la Conquista del pan distribuidos en varias ediciones. De sus más de 130 publicaciones (entre folletos y libros, tanto en francés como en inglés), algunos fueron traducidos al español y ampliamente distribuidos por todo el país, destacando el esfuerzo de editoriales anarquistas, editores individuales, sindicatos, ateneos y otros órganos confederales o libertarios en pro de su difusión. La conquista del pan y el Apoyo mutuo son desde luego sus dos obras más conocidas y popularizadas, junto a otras como Anarco-comunismo, La moral anarquista, Ética. Origen y evolución de la moral o Memorias de un revolucionario. Su difusión en el mundo libertario fue notable, impregnando con ello las lecturas de muchos anarcosindicalistas y anarquistas de la época y del momento presente.
Puede decirse que su ideario doctrinal está notablemente difundido en los planteamientos y actuaciones de la propia organización confederal y del resto de las ramas libertarias. Los mismos estatutos de sociedades, sindicatos, ateneos libertarios, cooperativas, etc, recogieron en su articulado estas orientaciones. Además, dichos planteamientos quedaban igualmente señalados en unos pequeños opúsculos que acompañaban los carnets confederales y de las organizaciones libertarias al ingresar en las mismas, como recurso de orientación ideológica y moral revolucionaria.
La CNT en su documento «Concepto confederal del comunismo libertario», aprobado en el Congreso de mayo de 1936 celebrado en Zaragoza, recoge los principios de la futura sociedad libertaria, texto dictado por los 20 miembros de una ponencia integrada por significados confederales como F. Montseny, M. González Inestal, J. Ascaso, J. García Oliver o P. Falomir, entre otros, que conocen perfectamente las propuestas ideológicas de Kropotkin. En dicho dictamen se hace referencia a que la revolución se inicia como un fenómeno psicológico contra el actual estado de cosas, como manifestación social contra el régimen capitalista, para poseer una fuerza capaz de imponer una nueva sociedad, por el hundimiento de la ética del régimen capitalista, su bancarrota económica y el fracaso de su expresión política.
«El Comunismo Libertario y otras proclamas insurreccionales y naturistas», del médico anarquista Isaac Puente, militante de la CNT apareció en 1933 y en tres años alcanzó la difusión de 100.000 ejemplares, con un capítulo inicial que lleva el enunciado de La Sociedad del Porvenir. El Comunismo Anárquico, en el que muchos de los postulados de Kropotkin se ven fielmente reflejados.
A continuación se expone el concepto constructivo de la revolución, el plan de organización de los productores, las comunas y su funcionamiento, las relaciones e intercambio de productos, los deberes individuales con la colectividad, la familia, la cuestión religiosa, la pedagogía, el arte, la ciencia y la libre experimentación, concluyendo con la defensa de la revolución y unas palabras finales.
Tras su lectura, llama la atención las innegables interacciones entre los postulados kropotkinianos y buena parte de la ponencia. Sin embargo algún autor propuso ya con anterioridad un planteamiento similar al seguido en la ponencia de 1936. De hecho se entiende que es el documento en el que se inspira la misma. Es el caso de «El Comunismo Libertario y otras proclamas insurreccionales y naturistas», del médico anarquista Isaac Puente, militante de la CNT. La obra apareció en 1933 y en tres años alcanzó la difusión de 100.000 ejemplares, con un capítulo inicial que lleva el enunciado de La Sociedad del Porvenir. El Comunismo Anárquico, en el que muchos de los postulados de Kropotkin se ven fielmente reflejados. Tras abordar capítulos como la crisis de la sociedad capitalista, la conciencia de clase del proletariado, la lucha, el Estado, lo que une a los hombres y sus aspiraciones, sigue con una propuesta explícita: Esbozo de una sociedad comunista-libertaria, y a continuación, un capítulo dedicado a conceptos inherentes al comunismo libertario como definición, estructura, el individuo y la colectividad, forma de propiedad, modalidad del trabajo, ¿producción dirigida o libre? e intercambios. Y termina la obra con varios apéndices relativos al naturismo, neomalthusianismo y la moral sexual, muy en la línea de los preceptos filosóficos de Kropotkin en los que se inspira.
Su filosofía política de carácter revolucionario se basa en los postulados sobre el anarcocomunismo, la federación de comunas libres, la ayuda mutua y la cooperación voluntaria, consideradas como herramientas necesarias para superar el viejo feudalismo y el capitalismo. Fue muy crítico con el derrumbe de la sociedad industrial y partidario de modificar la ciudad para hacerla más habitable, tal como señala en Campos, fábricas y talleres. Kropotkin, al igual que Reclus, era geógrafo y contaba con una sólida experiencia en ese campo científico. Sus conocimientos del espacio y de las sociedades humanas que lo habitan transformándolo, fueron algunos de sus ejes conceptuales. Muchas de estas visiones pasaron al mundo de la geografía académica, a las escuelas normales de magisterio y de ahí al profesorado racionalista, que las difunde en la enseñanza oficial y en los ateneos libertarios.
Todo lo expuesto, a grandes rasgos, constituye el reflejo referencial de lo que para el anarquismo español, pretérito y actual, ha supuesto y supone la obra de Kropotkin, vital, poliédrica y sugerente en el trayecto hacia una futura sociedad libertaria.
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