SUSEKA ALBA | Villaverde Alto, Madrid | Foto: Piquete de CNT Exe en apoyo a la huelga de camareras, CNT Villaverde. | Extraído del cnt nº 420
Después de trabajar quince años en el sector de la hostelería, pagando facturas y llegando a fin de mes con esta profesión, llegué a pensar que es uno de los peores sectores laborales. Nada que ver con el trabajo en el que empecé, 15 años atrás se cobraba un sueldo decente, sobre todo en los hoteles, horas extras en nómina, todos contratados por la casa a excepción de los refuerzos que venían a los grandes eventos, descansos y derechos reconocidos y respetados.
Crisis y precariedad
Llegó la crisis y con ella la precariedad. Fue en 2014 cuando decidí afiliarme a CNT para luchar por los derechos de un sector que iba de mal en peor: temporalidad, sueldos bajos, amenazas, horas extra sin pagar, disponibilidad total… Pero siempre, por desgracia, hay alguien peor que tú.
En el conflicto contra el hotel Exe (del Grupo Hotusa) y las subcontratas responsables de la contratación, sabíamos que nos enfrentamos a un enemigo de talla mayor. Sabíamos que el embrollo de subcontratas hacía difícil señalar a los culpables y que ellos se cubrirían entre sí.
Tras años de militancia y con mi conflicto ya resuelto, llegaron al sindicato un grupo de mujeres camareras de piso. Llegaron en un momento en el que las militantes del sindicato, a pesar de estar preparadas, a pesar de la experiencia acumulada, en el caso de las camareras de piso el capitalismo y el patriarcado nos golpearon duramente en la cara.
Sus condiciones, por todos conocidas, ocultan la peor versión de la patronal. Una patronal que no entiende de personas ni de derechos. Que paga sueldos de miseria con la amenaza del despido. Que no permite a su plantilla parar a comer en 14 horas de turno. Que debido a las condiciones que impone, hace que sus trabajadoras se automediquen para aguantar la jornada. Una patronal que obliga a sus trabajadoras a irse al paro para tener «vacaciones». Una patronal que ha externalizado a la columna vertebral de un hotel, a las que limpian las habitaciones, las que hacen las camas. Han precarizado al máximo el único departamento feminizado, al único en el que la responsable del departamento es en femenino y no existe su homólogo en masculino.
En el conflicto contra el hotel Exe (del Grupo Hotusa) y las subcontratas responsables de la contratación, sabíamos que nos enfrentamos a un enemigo de talla mayor. Sabíamos que el embrollo de subcontratas hacía difícil señalar a los culpables y que ellos se cubrirían entre sí. Pero de igual modo pusimos todo nuestro cuerpo y alma en ayudar a las compañeras. Y hubo momentos en que creímos en la victoria. Pequeños momentos en que parecía que ganábamos el conflicto, que las compañeras serían readmitidas. Momentos en que nos vimos fuertes y vencedoras. Decenas de piquetes, reuniones, concentraciones, notas de prensa, vídeos… Sin embargo no fue suficiente. Los responsables rechazaron negociar y dilataron sin escrúpulos los procesos judiciales para llevar a las trabajadoras al límite de sus fuerzas. La «justicia» demostró, una vez más, que no responde a los de abajo.
La justicia es responsable, al igual que un Estado que da igual del color que vista. Son responsables también esos que se hacen llamar «representantes de los trabajadores» que se definen como sindicatos pero que son los que han firmado convenios a la baja, los que han permitido una reforma laboral sangrante, los que una vez nos venden por cuatro gambas.
Personas maravillosas que libran desde jóvenes dos luchas: como mujeres y como trabajadoras. Mujeres que se enfrentan a la patronal con una sonrisa y contagian su alegría. Que saben qué es el apoyo mutuo y la solidaridad. Mujeres que nos enseñaron lo que significa la dignidad y que son un orgullo para nuestro sindicato.
Las kellys no descansan
El caso de las kellys se hizo más duro también porque éramos conscientes de que si no ganábamos el conflicto nuestras compañeras se verían abocadas a buscar otro empleo de camarera de piso, en otro hotel, con otra subcontrata, pero con la misma precariedad, sabiendo además que los buitres hosteleros comparten los nombres de las trabajadoras que se rebelan y esto ya les estaba ocasionando serios problemas.
A pesar de que el conflicto no terminó como queríamos, con la reincorporación, nos sentimos enormemente agradecidas por haber conocido a estas mujeres y que ahora sean compañeras. Personas maravillosas que libran desde jóvenes dos luchas: como mujeres y como trabajadoras. Que han sacado a su familia adelante solo con su propio sacrificio. Mujeres que se enfrentan a la patronal con una sonrisa y contagian su alegría. Que luchan cada día desde lo más pequeño hasta lo más grande. Que saben qué es el apoyo mutuo y la solidaridad. Mujeres que nos enseñaron lo que significa la dignidad y que son un orgullo para nuestro sindicato.
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