Que una sociedad cubra dignamente las necesidades de las personas que, por edad o por enfermedad, no pueden ni deben trabajar es una de las mejores muestras de su nivel de civilización.
En el debate de qué sistema de pensiones queremos, como en el de qué educación o qué sanidad pretendemos, se muestra el tipo de sociedad a la que aspiramos. O se toma el camino del “tanto tienes tanto vales” o se opta por el apoyo mutuo y la solidaridad. Los recortes continuos que sufre el sistema de pensiones en las últimas décadas no se han justificado abiertamente con razones ideológicas, sino que se han envuelto en ropajes contables y aritméticos, como si su manera de hacer las cuentas, interesada y parcial, no influyera en el bienestar o el sufrimiento de la gente.
Qué se nos dice…
• La sociedad envejece: Habrá más personas jubiladas para cobrar y menos personas trabajando para cotizar
• La vejez se alarga: Por tanto estaremos más años cobrando la pensión.
Las cuentas públicas sanas: La Caja de la Pensiones debe equilibrarse, “no se puede gastar más que lo que entra”.
No se pueden aumentar las cotizaciones sociales: “Para ganar competitividad” hay que reducir las cotizaciones sociales y para
que aumente el empleo hay que abaratar los costes que tienen las empresas al contratar.