Las mujeres realizan la mayor parte de las labores de cuidado y trabajo doméstico. Ya hemos hablado anteriormente de la doble o triple jornada, de la sobrecarga y de la asunción por parte de las mujeres de estas responsabilidades.
¿Por qué, entonces, riesgos invisibles?
Sabemos los problemas de salud mental y física que esto acarrea, pero no se ve cómo lo que debería ser, riesgos laborales.
El problema es que no se consideran estas labores como trabajo, en el sentido oficial; no está remunerado, ni cotiza, no se tienen derechos laborales? A pesar de que es un trabajo imprescindible para la sociedad entera, y se ha dicho hasta la saciedad: esencial. Y como otros trabajos, acarrea unos riesgos y unos problemas de salud derivados directamente de ello.
Quede claro que no nos referimos a los posibles accidentes o enfermedades que cualquier persona puede sufrir en su vida diaria y en sus actividades cotidianas, los seres humanos somos vulnerables a estos riesgos. No, son riesgos que asumen las mujeres y sus consecuencias para la salud por realizar un trabajo indispensable. No vamos a abordar todos estos riesgos y sus problemas derivados, es un tema muy amplio y complejo, pero sí señalar que esta situación existe.
Los accidentes que se pueden sufrir pueden tener consecuencias muy graves, la carga mental y física provoca agotamiento, depresiones, ansiedad, se pueden producir lesiones de diferentes grados, en resumen, consecuencias nocivas para la salud y calidad de vida como resultado directo de la realización de estos trabajos. Pero sin tener derecho a bajas, ni sustituciones y mucho menos considerarse como accidentes laborales, sin derecho a ningún tipo de indemnización, sin que se reconozca a qué es debido; quedarán como accidentes domésticos, como enfermedades comunes.
Además, al ser los cuidados una tarea ineludible, puedes estar enferma, lesionada o con la cabeza abierta y las tripas fuera, lo haces.
Pongamos el ejemplo, teniendo empleo remunerado, pasas la noche enferma, al día siguiente llamas al médico y al trabajo y si tus condiciones no son muy precarias, te quedas en casa recuperándote, pero ¿qué digo? Si el crío tiene que ir al colegio y hay que llevar a la abuela las recetas, pues va a ser que no te quedas recuperándote, date prisa que total, ya que tienes que salir, vas a trabajar, no vaya a ser que te vean por la calle.
Por no ser un trabajo reconocido no se cuenta con planes de prevención de riesgo, formación, equipos de seguridad ni se garantiza seguridad en este entorno. Aunque puede encontrarse material y estudios al respecto, no hay nada oficial, no se garantiza ningún derecho que en los trabajos reconocidos (por insuficientes que sean) sí se hace. Con lo cual nos jugamos nuestra salud física y mental realizando un trabajo imprescindible sin un mínimo de protección o reconocimiento, se tienen las responsabilidades y los riesgos pero no los derechos, incluidos los que afectan a nuestra salud. Nuestra salud y bienestar, otra vez, en segundo plano. Te toca cuidarte a ti misma.
¡Salud para todas!
La entrada Los riesgos invisibles se publicó primero en Confederación Nacional del Trabajo.