Otro año más es 8 de marzo y otro año más estamos aquí, saliendo a las calles para recordar que hoy es el día internacional de la mujer trabajadora. A estas alturas nos preguntan nuestros familiares, nuestras amigas, incluso el chistosito del bar donde desayunamos antes de entrar al trabajo, que si no nos hartamos ni cansamos.
Pues mira, José Luis: no.
No nos cansamos porque nunca luchamos para nosotras solas. Luchamos por y para todas. Y cuando decimos todas, es todas. Sin dejar a nadie atrás. Desde la vecina de toda la vida a la extranjera víctima de explotaciones viles que llega sin nada a mis costas. Todas.
En los campos de Andalucía, esos que tienen pocos dueños y mucho tractor en carretera, somos nosotras gran parte de la mano de obra que recoge lo que comemos. Nosotras, venidas de otros países, huyendo de una mano que nos ahoga. Nosotras, racializadas y curtidas por el tiempo, el sol y el desprecio racista y patriarcal. Es nuestra piel la que no encuentra reposo entre el poco descanso, la preocupación y la alimentación precaria. Nosotras, las que llevamos en asentamientos chabolistas en los campos de Huelva desde hace 25 años. Y con todo, ni pizca de intención de rendirnos.
Somos nosotras las que dicen que “elegimos” caminos no reconocidos por la ley, despreciado por unos y unas, reivindicados por otras bajo razones que algunos tildan con adjetivos gruesos, y usados por explotadores… Víctimas de una realidad más grande y hostil que nosotras. Ahogándonos en rincones oscuros que pretenden separarnos para que no nos organicemos ni defendamos. Incluso así nos señalan, incluso las que a veces dicen defendernos por nuestro trabajo, haciéndonos doblemente juzgadas y víctimas. ¿Pero no es acaso como cualquier trabajo más? ¿O te sientes libre en la oficina con tanto estruendo y puñalada?
Es nuestra sangre la que empaña las espinas de los algodonales y los limoneros, las sábanas del terror cotidiano o esporádico, la que fluye de las heridas del maltrato, la que se atasca entre lágrimas por la frustración ante la maldad machista y, por supuesto, la que empapa los cráteres de explosiones de Gaza.
Para nosotras no hay ninguna fuera. Nunca hemos discriminado, porque siempre te hemos creído, escuchado, amado. Y no cambiaremos de opinión, aunque sepamos dónde estuviste, qué color tienes o cómo te llamases antes. Mujer y compa has sido y serás siempre. Y jamás se nos cansarán los brazos, ni se nos quebrará la voz, ni se nos partirán los huesos de soportar las cargas para defendernos y cuidarnos. Siempre unidas, siempre juntas.
Nuestras voces están unidas todos los días del año, aunque al Capital y a la sociedad les dé por oírnos como música de ascensor sólo por un día. Pero no te preocupes hermana, que llegar, llegan. Mas le pese a quienes tratan de oprimirnos.
Este 8-M haz que sea diferente, seas quien seas lector/a, y haz más grande e inclusivo al Feminismo. Todes somos parte de él.
Afíliate. Apoya. Ayuda. Colabora. Solidarízate. Cambiemos esta injusticia social. Matemos al patriarcado.