Podría resumirse en estas dos palabras lo que está sucediendo estos días con las caceroladas de personas cuya principal característica es lucir la bandera monárquica.
La cuestión es, ¿qué piden? ¿por qué protestan? Por lo que parece, piden libertad y que abran El Corte Inglés. Vamos a centrarnos en la libertad, lo de El Corte Inglés es más complicado, quizá otro día. Es llamativo el concepto de libertad en algunas personas, generalmente se refieren a SU libertad, pasándose por el arco del triunfo la libertad de lxs demás, incluso recurriendo a la explotación (la nueva forma de esclavitud) de sus semejantes para conseguir SU libertad.
Sí, parece increíble, pero en este planeta hay personas que se consideran con más derecho que las demás por múltiples razones: sus apellidos, sus posesiones, sus estudios, sus títulos nobiliarios, su lugar de nacimiento, su color de piel, su bandera, su género y un montón de estupideces más, a cual más descabellada, ilógica, ficticia, absurda.
Llevamos mucho tiempo jugando a esto. Generalmente, este tipo de argumentos han sido esgrimidos por los sectores privilegiados para ejercer el control sobre lxs desposeídxs para no perder esos privilegios. Siempre han sabido jugar bien sus cartas, no se lo vamos a negar, y han sabido convencer a personas que no pertenecen a su círculo con la vana esperanza de entrar en él. Ya sabéis, lxs pobres no seremos peligrosxs mientras alberguemos la esperanza de ser ricxs.
Otrxs tenemos claro que la libertad, o es para todxs, o no es para nadie. Yo no puedo ser libre si mi libertad depende del sometimiento de otrxs porque entonces, me tengo que ocupar de mantener sometidas a esas personas. Nosotrxs pensamos que, para ser libres, hemos de serlo todxs, sin excepción. Pero para eso hace falta EDUCACIÓN y, en estos tiempos, la educación brilla por su ausencia.
Hay todo tipo de teorías sobre esta pandemia, los gobiernos de los diferentes estados están afrontándola de diferentes formas. Generalmente los gobiernos de ideología conservadora, bajo la premisa de la libertad (la libertad de seguir ganando dinero) están primando la actividad económica frente a la salud de la población con terribles consecuencias.
En esta época de la desinformación, hay que ponerlo todo en duda. No sabría decir si las medidas que se están tomando en el estado español son las adecuadas, no soy epidemiólogo ni nada parecido, pero sí tengo una cosa clara; si me dicen que no atenerme a ciertas normas puede matar a alguien, puedo creerlo o no, pero no soy tan estúpido ni tan insolidario como para arriesgarme a comprobarlo a costa de la vida de mis semejantes. Ya habrá tiempo después de tomar las medidas necesarias si hemos sido manipuladxs con algún otro fin (como defienden muchas teorías conspiranoicas). Ahora es momento de observar, analizar, comprobar, en una palabra, aprender. Y desaprender quizás. Ir sentando las bases que nos permitan convivir en armonía sin dominación, sin gobierno, en paz.
Es difícil pedirle esto a colectivos que se caracterizan por su insolidaridad, que solo piensan en su bienestar, que piensan que pertenecen a un grupo privilegiado, acostumbradas a reclamar sus derechos y no cumplir con sus obligaciones, a la ley del embudo.
Sí, a mí también me lleva a veces la ira, el deseo de ponerme frente a ellxs y gritar que no merecen el aire que respiran y contaminan con sus vergonzosas manifestaciones en coche. Sé que son lxs mismas que tiran al suelo sus mascarillas y guantes (más de una vez he tenido que oír que así dan trabajo a lxs barrenderxs, este es el nivel) sé que son lxs mismas que arman escándalos cuando tardan en atenderles en el ambulatorio o en el hospital, lxs mismxs que protestan porque les ponen en lista de espera para una operación, lxs mismas que votan a partidos que destruyen la sanidad pública.
Sé quienes son, sé cómo piensan, convivo con ellxs. Sé que es inútil explicarles las cosas, que no evolucionan, que lo único que les importa es mantener (tristemente en algunos casos, conseguir) su estatus. No les hables de cambio climático, implicaría ir andando a por el pan en vez de en coche, no les hables de gente que pasa hambre o sin hogar, ellxs ya dan su donativo en el cepillo de la iglesia, no les hables de trabajo precario, ellxs son emprendedorxs (la mayoría de las veces con el respaldo del capital acumulado por sus padres y abuelos) y nosotrxs, simples trabajadorxs, no podemos ni imaginar las dificultades que tiene un empresario, no les hables de maltrato animal, los animales están para servirnos (igual opinan de algunas personas), no les hables de apoyo mutuo, ellxs valoran a la persona que se hace a sí misma, aunque generalmente cuenten con todo tipo de personas a su servicio. Podríamos seguir con un largo etcétera, pero ya nos lo sabemos.
Decía antes que sí, que a veces me lleva la ira, pero tengo claro que la violencia empieza donde acaba la inteligencia, por eso ellxs siempre empiezan antes. No bajemos a su nivel.
Lo más doloroso de todo es ver cómo personas de clase humilde se unen a sus amos, duele. No me sorprendió nada ver a lxs cayetanxs del barrio de Salamanca cacerola en mano, me hizo gracia, se retrataban solxs. Lo doloroso ha sido ver a personas con pocos recursos seguir su ejemplo, como perros agradecidos a su amo, esperando las migajas de su comilona por la buena labor que han realizado en defensa de sus intereses. No logro entenderlo, ¿es miedo?, ¿es ignorancia?, ¿es lavado de cerebro?
La gran labor del fascismo en la guerra civil fue acabar con toda la intelectualidad de nuestro país, lo tenían claro, si quieres someter a la población, no debe haber pensadorxs. Aún hoy estamos pagando las consecuencias de esta limpieza, personas que defienden a quien les explota, roba y utiliza con un solo argumento, difuso, indeterminado, vacío de contenido, irracional: ser español.
Así que no nos dirigimos a ti, que tienes una renta de más de 100.000€, nos dirigimos a ti, que llegas con dificultad a fin de mes. ¿Quién crees que te va a ayudar cuando lo necesites?
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