Entre las muchas maldades de la Reforma Laboral del PP, está la de tener como objetivo hacer del trabajo y de la formación una realidad precaria y sin derechos para los jóvenes trabajadores y estudiantes.
Para ello se utiliza el contrato de formación y aprendizaje.
¿Cómo?
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Ampliando su duración hasta tres años.
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Aumentando el rango de edades durante las cuales se puede realizar (16 – 30 años).
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Disminuyendo el porcentaje dedicado a la formación dentro de la jornada laboral al 15%.
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Permitiendo que la formación se imparta en la empresa en vez de centros de formación reglada.
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Eliminando el requisito de orientar la formación hacia la obtención de la ESO para aquellos jóvenes que no la tuvieran.
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Permitiendo encadenar distintos contratos de este tipo en la misma empresa con solo cambiar la “actividad laboral o la ocupación”.
Y todo ello por salarios que pueden llegar a solo el 75% del Mínimo, es decir 480 €/mes.
Lo que dibuja un panorama en el que podemos encadenar estos contratos precarios hasta los treinta años, con los que nuestra formación se convierte en una mera excusa para la explotación laboral, y se supedita a las necesidades empresariales.
Además por todo ello, los empresarios reciben generosas subvenciones, y no pagan a la Seguridad Social.